Un policial con una historia que no sorprende tanto, aunque está contada correctamente y va atando cabos a medida que avanza el film. Lo más relevante es nuestra protagonista Nicole Kidman, encarnando a Erin Bell, una detective fuera de servicio que intenta recomponer la relación con su hija, mientras lidia con su debilidad por el alcohol sumida en una profunda depresión. El pasado llama a su puerta cuando vuelve a la ciudad el jefe de la banda a la que ella se había infiltrado en su juventud para desbaratarla, todo sale mal y comienza la caída de Erin, que hoy ve una oportunidad para enmendar su error.
Kidman logra un personaje que resulta por momentos desagradable, visualmente irreconocible sin su cabellera rubia y luciendo un rostro agrietado y agotado.
No es una gran película pero es interesante ver a Kidman en un personaje "incomodo" para su perfil actoral.
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