Y finalmente un día la vimos volver. Sophia Loren a sus 86 años brilla una vez más de la mano de su hijo Edoardo Ponti. No había visto más que fragmentos de su trabajo en su juventud, y ésta fue mi oportunidad. Solo tengo que decir que es hipnótica, magnética. La película tiene imágenes mágicas, y no me sorprendería la emoción de su hijo captando a su madre mientras baila, en un living desordenado cuando el sol entra por la ventana. La locación elegida fue Bari, y aunque las imágenes no sean las que uno espera, es evidente que al director no le importa la locación sino la historia. Sophia encarna a Madame Rosa, una mujer que sobrevivió al holocausto, soportó parte de su vida en un campo de concentración y luego sobrevivió como prostituta. Se habla lo justo y necesario de su pasado, no ahonda, deja lugar para su encuentro con Momo, un senegalés preadolescente que sobrevive robando en la calle.
Momo es un inmigrante ilegal y su futuro esta en manos de Madame Rosa, quien acepta cuidarlo a regañadientes.
A Madame Rosa, la vida no la trató bien, esta cansada, y se nota en sus ojos. Los recuerdos del pasado tormentoso vuelven como fantasmas, la irrealidad de su mente le juega malas pasadas, y Momo esta allí a pesar de que no está en una mejor posición que ella.
Comparten el desastre del pasado, la soledad, la rabia, la vida amarga. Sin Loren, La vida ante si, no hubiera sido lo mismo. Su presencia lo es todo, atrae, repele, encariña y molesta.
No hay que perderse esta oportunidad.
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