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Suburra. Sangre sobre Roma


Hablar de Italia es hablar de pasiones, de amores, de pizza, vino, tarantella, y también de mafia y corrupción. De esto último se trata Suburra, las tres temporadas que podemos ver en Netflix, cumplen con el cometido de entretener y querer ver un poco más. Antes de seguir, es importante que sepas que Netflix no anunció una cuarta temporada, así que al final hay algunos (varios) cabos sueltos. Se deja una puerta abierta a la realización de un capítulo especial, que aun no se confirmó, debido a las criticas recibidas. De cualquier manera la serie es muy buena y vale la pena. Roma es ingobernable, eso queda claro desde el capítulo uno; la política baila con la mafia un vals interminable, que comenzó a sonar hace siglos y no dejará de hacerlo. El Vaticano es otra pareja de baile, mas distante y menos cooperativa que la política, pero bien sabe negociar. Estas escenas que se repiten varias veces me hizo preguntar: ¿Por qué siento rechazo cuando veo negociar a un Obispo con un mafioso, y cuando un político hace lo mismo no me molesta tanto? ¿Nos acostumbramos a la corrupción al límite de naturalizarla?

La historia se basa en un hecho real que salió a la luz en el 2008 en Roma. La poco clara licitación de compra de unos terrenos junto al mar, bajo la administración romana. En ese entonces, como en la serie, se abrió la caja de pandora y comenzó la cacería de mafiosos, políticos y miembros eclesiásticos. Nadie quería quedarse afuera de ese negocio, pero las manchas de corrupción son difíciles de quitar.

El resto es ficción, muy real, pero ficción en si. Todos los capítulos tendrán acción, violencia, y una vuelta de tuerca que la vuelve interesante. Mafiosos aprendices y mafiosos con mas poder que el Primer Ministro; muertes en nombre de Dios, negociados en nombre del Santo Padre; tradiciones y traiciones gitanas. Parece ser cierto: Roma no se gobierna, cuanto mucho se administra.

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